CUARENTENA #3 – Cosas que me hacen feliz.

Esta semana se me ha hecho un poco bola, pero aun así he sacado bastantes momentos de felicidad. Pequeños momentos, pequeñas cosas que me están ayudando a llevar mejor la cuarentena cincuentena.

Me hace feliz el café del desayuno. Me lo tomo con mucha calma mientras hablo con Alexa, escucho las noticias, cotilleo RRSS, escucho un Podcast o pienso. Sí, pensar de vez en cuando está bien si eres rubia. Me gusta tanto este momento que la mayoría de los días me hago otro café y vuelvo a empezar con el ritual.

Me hace muy feliz saber que hay gente a la que le divierte ver mis stories de Instagram. Me siento muy bien cuando recibo mensajes de ‘mis fanes’ diciéndome que les alegro el día (sobre todo en estas semanas), que les encanta mi positivismo o que les motivo para hacer deporte. Me gusta que me identifiquen con estas cosas.

Que me llame mi madre y me cuente que qué tal su día, el de mi padre, el de mi hermano, el de mi tía, el de su amiga y el de los vecinos. Cuántos paseos se han dado por el pasillo y qué van a comer hoy. Yo les cuento que he estado tomando el sol en la ventana Formentera, que he desayunado tarde ido a Pandelino a tomarme el brunch, y que por la tarde he quedado (virtualmente) con mis amigos para tomarnos unas cerves. Tenemos que echarle imaginación a la vida cuarentena cincuentena.

Me ha hecho feliz terminar de leerme POR FIN la Autobiografía de Agatha Christie. Es entretenida, pero 665 páginas se hacen un poco muy pesadas. Empezaba cada capítulo esperando encontrarme con la oscura época en la que supuestamente esta señora desapareció del mapa… Era la parte más esperada, pero ni una palabra sobre ello en las 665 páginas (lo siento por el spoiler, pero prefiero avisaros, para que no os suceda lo mismo que a mí).

Empezar un nuevo libro es algo que siempre me cuesta, pero en cuanto leo la primera página, me sumerjo y ya estoy encantada. Me debatía entre empezar la autobiografía de Agassi, la historia de Mercadona o una novela negra… Al final fui a lo seguro. Novela negra. Mi TOC de comprarme libros de cuatro en cuatro ha servido para algo. Tengo dónde elegir sin tener que llamar a un mensajero de guante y mascarilla blanca.

El aplauso a los héroes de bata blanca de las 20:00. He salido todos los días y reconozco que, normalmente estoy tumbada en el sofá y me da pereza levantarme y exponerme al frío, pero en cuanto abro la ventana y se cuela en mi casa la sintonía de Resistiré se me va todo lo malo. Es un subidón. Al parecer un tal Fernando, saca los bafles y el micrófono a la ventana y hace de DJ un buen rato. Después nos despedimos y nos damos las buenas noches, que somos gente muy educada. Me encantaría ponerle cara a Fernando para poder darle las gracias cuando esto pase y me lo cruce por la calle. Como no sé si algún día lo conoceré, aquí quedan dadas. Gracias Fernando, seguro que me lees.

Me hace muy feliz confirmar que sé estar sola, que lo llevo bien y que disfruto mucho de ello. Aunque es verdad que no es lo mismo estar/vivir sola por decisión propia que por imposición de un bicho. La cuarentena está siendo como hacer un máster en nosotros mismos. A mí me está sentando bien, pero si el año que viene vuelven a confinarnos, que la cuarentena me pille en una casa con jardín, piscina, cancha de tenis y con amiguis divertidos y que sepan cocinar. O en Hawaii. También estoy haciendo un máster en HOUSEWIFERY (ama de casa). Tengo dudas sobre si para el proyecto de fin de máster presentar mis sábanas recién planchadas bajo el título «La arruga no es bella» o mi último brownie de chocolate y llamarlo «La Cuarentena. Menudo brownie».

Hasta aquí por hoy. Una semana menos.