Eres viejo de mediana edad cuando un viernes por la noche estás tumbada tirada en el sofá de casa y cuando suena el teléfono tienes la esperanza de que sea tu madre para preguntarte si mañana vas a ir a comer con ellos, y rezas para que no sea tu amiga Vicenta obligándote a que desempolves tus enaguas porque esta noche bailaréis hasta el alba.
Y con esta reflexión de juernes soleado me voy a tomar un buen helado.
Hasta mañana corazones.