El otro día quedé con una amiga para tomar el aperitivo. Yo me pedí una caña y una tapa de tortilla (¡un saludo a mi entrenador personal y nutricionista!) ; ella un mosto. Sí ¡UN MOSTO! Mi reacción inmediata fue decirle: “Tía, eres una señora encerrada en un cuerpo joven, ¿qué será lo próximo? ¿Un Bitter Kas?”. Estuvimos de cháchara un buen rato, hasta que mi amiga lo volvió a hacer, “¿Oye, Palo, has visto el último capítulo de Acacias 38? ¡Qué fuerte!”. Manos a la cabeza; mis sospechas se confirmaron cuando me dijo que su sex simbol era Ramón García.
Pues apaga y vámonos. Definitivamente mi amiga es La Señora Doubtfire. Y no digo yo que ser una señora con 25 años sea malo. Si te llaman señora, no te ofendas; ya verás qué alegría cuando te cedan el asiento del autobús. Hoy en día hay todo tipo de tribus urbanas: hipster, punk, chonis, emo, perroflautas… ¿Por qué no incluir a las ‘señoras‘? El señorismo merece ser reivindicado y no hay que avergonzarse por ser señora antes de tiempo, cómo diría mi abuela: «Vergüenza para el que roba«.
Tras pasarme todo el verano realizando una investigación de campo, infiltrada entre #SeñorasDe25años, ya puedo corroborar cuáles son los requisitos indispensables para ser una auténtica señora precoz: Continuar leyendo «SEÑORA SE NACE. Y SE HACE.»