Ya ha pasado un año. Miro recuerdos, veo fotos, hago memoria y para mí el confinamiento no fue duro. Mentiría si digo lo contrario. Lo pasé sola en mi casa, pero me entretuve muy bien. Alguna vez me saltaba la ley yendo a comer a casa de mis padres (vaya loca) y al volver a casa me sentía contaminada, como si el virus fuese una garrapata que se me podía pegar a la piel por la calle.
Yo no aprendí a hacer pan, pero aprendí a descorchar virtualmente botellas de vino (gracias Lu). Tampoco empecé a hacer deporte, continué con mis rutinas gracias a los personal trainer que se pusieron a dar clases desinteresadamente y mi vestidor se convirtió en un gimnasio.
No me enamoré, que va, seguí en mi línea dando bola a los fantasmas del pasado, porque pensaba que ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’… Tuvo que venir el bicho chino para enseñarme que lo nuevo podía molar mucho.
Cambié el running por los paseos por casa al teléfono y mi única cita era el aplauso de las 20:00 desde mi ventana. Apasionante todo.
Sé que para mucha gente fue un horror. Sobre todo para los que perdieron a personas queridas.
Yo perdí a MI PERSONA meses más tarde. Y no puedo echarle la culpa al covid. Al revés. Intento ser positiva y a veces pienso que tengo que agradecerle al encierro el regalarle a mi madre 14 maravillosos años ‘extra’ a nuestro lado. Ella nos enseñó a luchar, a pelear y a no rendirnos nunca.
Nos enseñó a llevar el positivismo por bandera y nos contagió esa actitud, pero aún así no puedo evitar preguntarme POR QUÉ le tuvo que tocar a ella. Que esos 14 años ‘extra’ están muy bien, pero que podían haberle tocado al vecino de enfrente o al que vende sellos y tabaco en el estanco de debajo de casa. Que esos años ‘extra’ son un regalo envenenado. Ella se merecía seguir aquí, sin ‘extras’, protegiéndonos y regalándonos sonrisas, cariño y generosidad. Mi actitud ‘positiva’ me hace quedarme con que en esos 14 años ‘extra’ hemos aprendido cosas que otras madres no logran enseñar jamás a un hijo y eso es un privilegio, pero aún así preferiría no haber tenido que aprenderlas.
Me habría encantado seguir protegida debajo de sus alas, llamándole con mis dramas para preguntarle que qué hago si en Madrid se me seca la nariz o a qué temperatura tengo que lavar el jersey de lana verde que me regaló aquel novio que tuve en la prehistoria y que a ella no le caía muy bien.Por eso y aunque lo intento, yo no puedo agradecerle a la vida esos 14 años ‘extra’. Tú te merecías seguir aquí y nosotros necesitábamos seguir disfrutándote, porque siempre has dado el triple de lo que recibías.
2020 fue una mierda. Pero para nosotros el encierro fue un regalo porque nos permitió poder estar contigo 24/7. Ojalá volver a esos meses ‘raros’ y encerrados. Te quiero y te echo de menos cada día, pero como te prometí, estoy disfrutando muchísimo de la vida. Me miro al espejo y me siento orgullosa al ver tu huella en el reflejo 💛🌈