Lo maté por presentarme a su madre y llevarme a su casa a comer besugo al horno cada domingo durante los meses de abril y mayo. Le cogí cariño a esos ojos húmedos y saltones. Desde que lo maté, los domingos como coliflor.

Lo maté porque me pidió que me tatuase su nombre en el antebrazo izquierdo y yo, que era otra imbécil, lo hice. Dos meses después, el imbécil no volvió a llamar, dejando marcada con su sello mi autoestima y mi piel, como si yo fuese una ternera de Ávila.
Lo maté porque yo entiendo que si el amor y la intimidad se prolongan en el tiempo se llega al compromiso. Y el imbécil a veces hacía como que sí, pero en realidad era que no.
Lo maté porque si para él no fui más que una conquista que añadir a su inventario, me parecía sensato degollarlo y colgar su cabeza en mi salón, como un trofeo que incorporar a la pared. Porque era un imbécil, pero muy guapo de cara.
Lo maté porque estuvo alimentándose durante dos meses de mi energía emocional, hasta dejarme seca. Lo maté porque le entregué mi amor, mi cariño y mi atención y él no fue capaz de hacerme una tortilla de patata sin cebolla. No supo proporcionarme el sustento adecuado para no volverme loca y matarlo.
Así que lo maté clavándole el cuchillo con el que estaba partiendo limones para el gin tonic. Decidí cargármelo cuando entró en la cocina y me saludó con cara de sorpresa por verme ahí, en esa fiesta en una casa ajena «¿Qué haces aquí?» «Cortar limones para el gin tonic». Después me dijo que él prefería la ginebra con naranja y como no tenía naranjas a mano, agarré fuerte el cuchillo y se lo clavé. Lo introduje en su abdomen, primero suave y después, como estaba muy duro, clavé profundo. Las horas puliendo abdominales en el gimnasio habían hecho efecto, el muy imbécil se mataba haciendo ejercicio y al final se mató. De manera directa le maté yo, por imbécil. Pero de manera indirecta se mató él, por querer ser imbécil. Le rasgué el abdomen de arriba abajo. Él intentó sentarse en el taburete sin pedir permiso y como era imbécil, no fue capaz y se cayó al suelo mientras se agarraba la herida ensangrentada, tratando de evitar lo inevitable.
Aproveché que estaba postrado para exprimirle en los ojos el jugo del medio limón que tenía en la otra mano. En abril y mayo se quejaba porque sufría de orzuelos crónicos y yo había leído en internet que el zumo de limón era un buen remedio para aliviar el dolor de los mismos. Después, derramé un chorro de ginebra barata sobre la raja del abdomen, pero no cicatrizó. Ahora el que berreaba como un ternero de Ávila era él.

Aunque acababa de cometer un acto de generosidad hacia el mundo por haber eliminado a un imbécil, no quería compartir mi gozo con nadie de esa casa que no era mía, tenía que callarlo, así que con el mismo cuchillo lo degollé por la garganta (que estaba blandita). Así fue como el imbécil dejó de berrear. Si alguien de esa casa ajena había escuchado algo, no dijo ni mú.

Su cabeza preside ahora mi salón. Los ojos no se podían disecar, así que le inserté los de un besugo que compré en la lonja porque total, no me gusta comer ojos y los iba a tirar. Tengo que pedirle a su madre la receta que preparaba los domingos de abril y mayo, porque a mí me salió bastante seco.
Me di el gusto de lanzar el resto de su cuerpo al estanque de los patos. Lo encontraron diez días después frío y cubierto de musgo putrefacto.
Le deseo un buen reuma esté dónde esté.

**ESTE POST ES FICCIÓN. Todos los señores en los que me he inspirado son mis ex o los ex de mis amigas son inventados. He escrito esto para un proyecto de la Escuela de Escritores en el que nos propusieron redactar un texto en el que matásemos a alguien sin ningún tipo de pudor y yo, que soy muy fan de Tarantino, dejé que mi imaginación fluyera. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Si alguien se siente aludido, no es mi problema. Lo aclaro porque no quiero que vengan a por mí los de la López Ibor.
Sunday Bloody Sunday con Palomita de Maíz.
Ejercicio de escritura y purificación de demonios interiores.
Lo mataste en realidad, porque no era tuyo jeje.
Genial Palomita. Me encantó.
Genial como siempre palomita!!!!