No sé si a alguien le interesará, pero quiero recordar los pequeños momentos que me han hecho feliz cada mes… Y qué mejor forma que plasmarlos en mi blog, para poder leerlos cuando tenga un día regular. Aquí va MI JULIO.
Volver a escribir. Me he propuesto seriamente escribir, por lo menos un post a la semana. Lo estoy cumpliendo.
Madrugar. Despertarme antes de que suene la alarma totalmente descansada y salir a correr con el sonido de fondo de las gaviotas y el mar. Después llego al trabajo con las endorfinas vibrando. Lo he hecho varios días y no me importaría que se convirtiese en una costumbre (un día a la semana está bien, como el post semanal).

Una serie. Este mes he visto las tres temporadas de Paquita Salas. No sé porqué era reticente a este serie, pero me ha encantado por su humor y porque apetece verla esos días que llegas a casa con la cabeza como un bombo y no quieres pensar.
Salmorejo como modo de vida.
He madurado. He aprendido que aunque haga sol, no tengo que ser la más morena del lugar. Se puede estar en la playa debajo de una sombrilla o con sombrero. Y no sabéis lo guapa que estoy bien que tengo la piel, morena y sin manchas. También he subido de graduación en cuando a la protección solar. Bienvenido a mi vida SPF 50, eres como el Jägermeister de las cremas solares, pero sin resaca.
He bebido Albariño en las Rías Baixas, en un furancho rodeada de naturaleza y caballos (y alguna avispa).

Un libro. La Quinta Víctima. Es la segunda parte de El Cuarto Mono y como me pasó con el anterior, lo devoré como si fuese un coulant de chocolate.
El café de después de comer. Me tomo siempre dos cafés al día. El de por la mañana lo engullo como un chupito despertador, pero el de después de comer lo disfruto muchísimo. El plan es: café, bikini y libro. Máximo.
Me he encontrado con estas hortensias tan bonitas y tan azules. No pude evitar cortar unas y traérmelas a casa #sorrynotsorry
Ver la puesta de sol en la playa de Migjorn (Formentera), mientras hacíamos botellón bebíamos vino en vasos de cartón.

No pasar por chapa y pintura. Lo reconozco, en Formentera nos íbamos de la playa al chiringuito, del chiringuito al restaurante y del restaurante a la tarima. Sin pasar por casa a arreglarnos. No make up y pelo salado.

La ducha del día siguiente. Necesaria y un placer.
Me cuesta muchísimo encontrar anillos de mi talla (XXXXXXS) y en los puestecitos de Ibiza siempre encuentro. Esta vez me he comprado uno de plata con dos espirales. Es un anillo para los dedos del pie, pero a mí me queda bárbaro en la mano 🙂 Si sois dedifinas ya sabéis el truco.
Espero volver el mes que viene con otros tantos ‘momentos’; yo aquí estaré esperándolos… Porque descansar en agosto, más bien poco.