
Cualquier día me lío la manta a la cabeza y empiezo a hacer cosas arriesgadas y excitantes, como comer fruta sin lavar o ponerme sandalias en junio en Galicia.
O puede que me haga monja. Ser monja tiene que ser comodísimo: no pagas la hipoteca, no tienes que pensar en qué ropa ponerte cada día y lo que sí puedes ponerte es morada de yemas de Santa Teresa y tartas de Santiago porque siempre llevas ropa holgada el hábito y eso no marca nada ¡Tienes la vida hecha!
O también puedo abrirme otro blog en el que os dé, por ejemplo, consejos útiles sobre el cuidado y la poda de las petunias según la estación del año.
A decir verdad no tengo ni idea de lo que haré, pero lo que sí sé, es que me dará igual tener 105 emails sin leer.