Para empezar, quiero hacer un llamamiento a mis amigos de Facebook, para que, por favor, dejen de convertir sus muros en una novela costumbrista, para eso están los blogs, que con esto de las elecciones, se os está yendo el tema de las manos.
Hoy vengo a contaros que hace poco me monté en un taxi… Sí, sí como en la nueva canción de Pitbull (OJO/ALERTA CANCIÓN DEL VERANO), pero sin que nadie me parase el taxi; lo paré yo solita agitando el donuts de chocolate que me estaba zampando. El tema es que cuando yo yo yo yo yo, me subí al taxi (ya paro, solo quería asegurarme de que no soy la única a la que se le iba a quedar clavada la canción en el cerebro todo el día) la radio estaba apagada, ni música de Melendi, ni tertulianos comentando sobre Ancelotti, ni ‘expertos’ en política opinando y criticando, como si ellos tuviesen la solución a las miserias de todo planeta. Nada. OFF.
Bueno, no sonaba nada EN LA RADIO, porque la banda sonora del taxi estaba liderada por un chicle de melón que estaba mascando el señor (de pelo blanco) taxista en cuestión. De verdad, ese #señordepeloblancotaxista tenía una mandíbula de acero; yo creo que si se bajase del taxi, tendría que pedir permiso de obras al Ayuntamiento.. Vaya brío!! El tema es que cuando llevábamos medio trayecto, #elseñordepeloblancotaxista me ofreció un chicle.. Era un #señordepeloblancotaxista entrañable! Cuándo le respondí, que ‘no gracias’, él me dijo: ‘pues tú te lo pierdes, maja!’. Y ahí fue cuando empezó la formación académica gratuita sobre las diferentes marcas, componentes, intensidades, sabores y modo de vida de los chicles, henchido como un pavo real, #elseñordepeloblancotaxista quiso compartir conmigo sus conocimientos sobre la materia, qué honor!!
Y yo os cuento todo esto porque después de que #elseñordepeloblancotaxista me depositase en mi destino, me asaltó una duda que no me deja dormir: a día de hoy, existe algún chicle CON AZÚCAR? Ojalá volver a toparme con #elseñordepeloblancotaxista para resolver tamaña cuestión.