Probablemente, al leer el título del post pensaríais que he decidido abrirme en canal y contaros mis secretos más oscuros… Pues siento decepcionaros. Habéis sido manipulados y ¡habéis caído en la técnica del clickbait! Bueno, esto no es del todo cierto; seguid leyendo y lo entenderéis.
Quiero que hablemos de esa parte de Instagram que solo el propio dueño de la cuenta conoce —y que le delata—, del Instagram oculto. Del Personal Deep Instagram.
Que levante la mano quien se quede embobado mirando un vídeo de una mano inocente cortando lentamente un pastel de cuyo interior fluye un magma de dulce de leche. O quien vea una foto de una chica muy estilosa y amplíe dicha foto para analizar cada prenda e intentar copiar inspirarse en su look.

La lupa de Instagram es muy traicionera. Yo ya sigo a mas cuentas de restaurantes que días tiene el año (no tengo la culpa de que cada día abran uno nuevo, ¿vale?). Leiva, Ivan Ferreiro, Xoel López… ¡Estos artistas me gustan desde antes de que existiese esta red social! La posibilidad de no enviarles mi corazón cada vez que cuelgan algo, no es barajada por mi cerebro. Y ¿cómo no voy a querer aprender la auténtica receta de los mac & Cheese que se toma Macaulay Culkin en Solo en Casa? Ver cómo se funde la mantequilla con los diferentes quesos, formando una salsa que después envuelve a los macarrones, es mi técnica de relajación favorita (para la dieta post excesos navideños, esa técnica no va tan bien, aviso).

Mientras espero a que el semáforo de Serrano con Don Ramón de La Cruz se ponga verde, abro la aplicación del demonio y guardo un meme que me ha hecho reír. También le regalo un corazón a una foto de Kate Moss fumando dentro de una bañera, porque con Kate, me pasa como con los artistas arriba mencionados, es de mala educación no darles un like. La siguiente publicación que me aparece es un textito largo de @malaherba (cuenta gestionada por Manuel Jabois y su novia, Gabriela); la guardo para leerla más tarde, que el semáforo ya se ha puesto verde y tampoco es plan de chocar con el mobiliario urbano.
Si alguien abriese la carpeta de ‘Guardados’ de mi Instagram, descubriría cosas de mí, como que tengo un humor mega inteligente:

También pensaría (acertadamente) que tengo una ligera obsesión con esta señora:

Y si no me conociese físicamente, me imaginaría como una especie de morsa adicta al azúcar.

Alejandro Sanz dice que cuando nadie le ve puede ser o no ser, pone el mundo al revés y que, entre otras cosas, a veces se eleva y da mil volteretas. Según mi lupa, yo soy más simple: cuando nadie me ve me quedo embobada mirando vídeos del proceso elaboración de los postres más calóricos del mercado, miro con envidia a chicas muy guapas y muy delgadas y también leo cosas; desde textos profundos, hasta memes —dicen las estadísticas que sobre todo memes, no voy a dármelas de culta a estas alturas—. Sin embargo, en mi lupa no se ve ni rastro de los tan famosos y venerados vídeos de gatitos, ni de señoras enseñando a maquillarse los ojos simétricamente, ni de adorables bebés sonriendo (el único bebé que a veces se deja ver es Baby Yoda).
Y ¿tú? ¿Qué ves cuándo nadie te ve?
