Creedme, yo pensaba que las alpargatas no eran para mí, pero después de probarme unas y sentirme como si estuviese descalza por el parque, estoy deseando que POR FIN SEA VERANO Y DEJE DE LLOVER para ponérmelas y olvidarme de tacones y dislocamiento de tobillo. Sencillas y polivalentes, podemos usarlas de día y de noche, para ir a tomar una caña (con su correspondiente tapita) a una terraza y para ir al trabajo a levantar el país. Huelga decir, que si no te has hecho la pedicura ¡¡no pasa nada!! Me encantan.
Eso sí, aunque toda la blogosfera lleve las ya míticas espadrilles de Chanel (250 €), yo #porloquesea, prefiero elegir otras, igual (o más) cuquis y mucho más asequibles:
