DE PRINCESAS REBELDES.

Las princesas rebeldes de Palo, en vez de castillos, zapatitos de cristal y vestidos de tul, vivimos en hórreos, descalzas y estamos todo el día en bikini. De príncipes barbilampiños que aparecen en corceles blancos no queremos saber nada, a menos que sea el Príncipe de Beckelar y nos dé barra libre de galletas. Siempre nos han gustado más los señores ligeramente despeinados, con esa barba que te deja la barbilla roja durante tres días y que nos vienen a buscar al portal (del hórreo) en moto tractor.