LA BELLEZA TAMBIÉN ESTÁ EN EL EXTERIOR.

Como buena diseñadora frustrada que soy, siempre me llama la atención el packaging (o envase) de los señores productos. Puedo pasarme horas en la barra del bar zona Gourmet Experience de El Corte Inglés analizándolo todo (sí, soy una friki, y a estas alturas creo que no os descubro nada nuevo).

El otro día, navegando por los internetes, me encontré con estos diseños que, además de divertidos, dan toda la personalidad al artículo que portan y hacen que envase y producto no sean independientes el uno del otro, si no que se complementan entre sí. Pasen y vean:

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Me encanta encontrarme con packagings que, además de bonitos y funcionales, comunican originalidad. Y sí, reconozco que a veces compro las cosas por su envoltorio.

En el tema de la adquisición de señores las relaciones me pasa algo parecido; si el envase es muy feo, no compro. Tampoco suelo fijarme en el packaging más bonito, aunque, por supuesto, he cometido el error de ver un envoltorio precioso, adquirir al señor el producto sin mirar la fecha de caducidad y encontrarme con un sujeto rancio, caducado o con moho. Cuando esto sucede con artículos inanimados, tienes un plazo para ir a la tienda en la que el producto ha sido adquirido y efectuar la correspondiente devolución sin problema, pero cuando se trata de una persona, el proceso de devolución del producto defectuoso es más complicado… ¿Dónde está la garantía? ¿Le reclamo a su madre? ¿A su ex? ¿Al Departamento de Conducta del Gobierno? ¿Presento un formulario de reclamación al Banco de España? ¡Pero si ni siquiera tengo el ticket de compra! Arduo trabajo el de la devolución de sujetos defectuosos.

Ya me he ido por las ramas.

** Fuente: The Dieline & Bored Panda.

SE ME CAE LA BABA.

A veces siento añoranza por planes que nunca todavía no he hecho, como puede ser la ruta 66; qué queréis que os diga, me encanta imaginarme en mi Cadillac solitario, melena al viento, cruzándome con calaveras de búfalos tiradas por el desierto y cosas así; algo parecido me pasa con algunas cosas. Echo de menos cosas que nunca he tenido, nunca tendré y , si las tuviera, no las usaría.

Por eso, al encontrar esta web, me ha entrado la morriña de cosas. No cocinar no implica no soñar; mirad:

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