Me di cuenta de que estaba alcanzando la madurez cuando empezó a gustarme el vino. Después, cuando mis amigas/os empezaron a invitarme a SUS bodas, confirmé lo que llevaba SOSpechando mucho tiempo: HEMOS MADURADO. Y es que es así, amiguis, llega un momento de tu vida en el que las bodas empiezan a perseguirte y, aunque intentes ser más rápida, alguna siempre te acaba alcanzando.